El estrés te vuelve ácido, ¡en el sentido más literal de la palabra!

Publicado el 16 de octubre de 2025, 16:32

Muchos asocian la acidez con la alimentación: demasiado carne, muy pocas verduras, demasiados productos precocinados. Pero la verdadera causa suele estar en otro lugar, concretamente entre las orejas. Y es que el estrés, ya sea laboral, emocional o interno, altera todo el metabolismo. Literalmente, hace que tu cuerpo se vuelva ácido.

 

Qué ocurre en el cuerpo cuando estás estresado

En situaciones de estrés, el cuerpo libera cortisol y adrenalina. Esto no es malo en sí mismo, ya que a corto plazo ayuda a proporcionar energía. Pero cuando este estado se vuelve crónico, el equilibrio bioquímico se altera: la sangre se vuelve más ácida porque el cuerpo produce más ácido láctico.

Los minerales alcalinos como el magnesio, el calcio y el potasio se extraen de los huesos y los músculos para compensar la acidez de la sangre. La musculatura se acidifica y la producción de energía en las células disminuye. El valor del pH en los tejidos desciende y aparecen inflamaciones. El resultado: te sientes cansado, irritable, inquieto, tienes tensiones y eso a pesar de que «en realidad estás sano».

 

Un cuerpo ácido es un cuerpo inflamado. Y la inflamación significa que el sistema inmunológico está luchando, pero no contra los virus, sino contra sí mismo. La acidez crónica bloquea la regeneración, acelera el envejecimiento y crea la base perfecta para las enfermedades: desde la hipertensión hasta el dolor articular, desde los problemas cutáneos hasta el agotamiento.

El cuerpo tiene unos mecanismos de autocuración fantásticos. Pero hay que activarlos. Estos son los factores más importantes:

 

Higiene mental

Tus pensamientos son químicamente medibles. Los pensamientos negativos, el miedo y la ira activan las hormonas del estrés. La alegría, la gratitud y la confianza activan la curación.

Consejo: empieza cada día con tres cosas por las que estés agradecido. Suena trivial, pero tiene un efecto medible en los niveles de cortisol.

 

Ejercicio, pero de forma adecuada

El ejercicio de resistencia suave (caminar, montar en bicicleta, nadar) aumenta el suministro de oxígeno diez veces. De este modo, se eliminan los ácidos, se mejora la circulación sanguínea en los tejidos y se alivia el metabolismo. Sin deportes de competición, sin entrenamientos intensos. 

 

Consejo: mejor 45 minutos a ritmo suave que 15 minutos a toda velocidad.

 

Alimentación alcalina

Verduras, frutos secos, hierbas, agua mineral: son medicamentos antiacidos naturales. Evita el azúcar, la harina blanca, el alcohol y el estrés continuo en el estómago. 

 

Consejo: un vaso de agua tibia con zumo de limón por la mañana en ayunas ayuda al cuerpo a neutralizar los ácidos.

 

Respiración

¡Los pulmones son el órgano desacidificante más importante! Con cada exhalación profunda, pierdes dióxido de carbono, es decir, ácido.

Consejo: 10 respiraciones profundas por la nariz y exhalaciones lentas por la boca. Esto reduce el valor del pH de forma apreciable en cuestión de minutos.

 

Magnesio: un remedio contra el estrés

El magnesio neutraliza los ácidos, relaja los músculos y reduce el cortisol. Lo óptimo es un mínimo de 400 mg al día en forma de citrato.

 

Por qué la acidez no es solo una cuestión de alimentación

El equilibrio ácido-base determina la salud o la enfermedad. Pero ningún valor de laboratorio muestra cuán estresadas están realmente tus células. Para ello, necesitas sentirte a ti mismo. 

  • ¿Te irritas con facilidad?
  • ¿Sufres de dolor muscular aunque apenas haces deporte?
  • ¿Tienes a menudo dolores de cabeza o manos frías?

 

Entonces es muy probable que tu cuerpo esté acido, no por la comida, sino por el agotamiento. El cuerpo no olvida nada. Cada tensión, cada preocupación, cada ira no expresada deja huellas bioquímicas. Pero perdona rápidamente si le das espacio de nuevo.

 

Respira. Muévete. Piensa en positivo. Y déjate llevar.

 

 

 

 

Fuente: Dr. Michael Spitzbart

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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